Fue un día fuera de lo común, merecido por tanto trabajar. Aproveché a dormir, luego de desayunar (parece que la edad y las costumbres hacen que me despierte sí o sí temprano) y me desperté para preparar el almuerzo. Luego quice volver a dormir siesta... pero está el celular, llegan mensajes y llamados. Viendo que a las 16:30 ya no iba a dormir, decidí salir, tomar aire y pasé a buscar a Tomás para ir a caminar a la playa. Una tarde impecable a pesar de la época del año. Unos 40 minutos caminamos ida y vuelta, a muy buen ritmo. Tomás ya me miraba y me saltaba, como pidiéndome upa. Mi mente se despejó después de luchar varias veces.
Si hubiera llevado la cámara hubiera traido fotos, especialmente de las gaviotas gigantes que andaban por ahí. También hubo gente que aprovechó para ir a jugar... sí, grandes y chicos. Porque los chicos van con bicicletas y triciclos, pero los grandes estaban con helicópteros y aviones a control remoto... todos tenemos un niño interior, algunos más despiertos que otros.
En fin, la conclusión es que está bueno pasar un día de semana haciendo cosas para uno. A esta hora ya empiezo a pensar con qué cosa rica me voy a deleitar!!!
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